miércoles, 11 de julio de 2012

1º Novela: Cap. final


19 Capítulo final
Caerá una estrella




   Sara cogió la corbata oscura de la cama y la enlazó alrededor del cuello de Daniel. Tras colocársela le dio un tenue beso en los labios y este posó sus manos sobre el trasero de esta; Sara le agarró las manos y las colocó en su tronco. Entonces, Daniel metió la mano en la mochila que había llevado para cambiarse en casa de su novia.
  -¿Puedo?-sacó una cajetilla de cigarrillos y la agitó rítmicamente. Sara asintió un tanto disgustada ya que no le gustaba nada que su novio fumara. En general, odiaba todo lo que provenía del tabaco.
  -Esta bien, pero ponte al lado de la ventana que no quiero que el olor del humo se quede impregnado en la habitación.-Daniel obedeció y se sentó en la acolchada repisa que había debajo de la ventana.  
  -Oye Sara, aún no he visto tu vestido.-pronunció Marine, que había estado sentada enfrente del espejo recogiéndose el cabello en un moño y escuchando la conversación que tenían Sara y su novio. Ella ya se había puesto el vestido que se había comprado hacía unas semanas. Era un atavío rosa de palabra de honor y la falda de terciopelo del mismo tono llegaba hasta un palmo de las rodillas.
  -No te preocupes. Ahora me lo pongo.-tras eso miró a Daniel, que expulsaba una nube de humo por la boca hacia la ventana abierta.-Como alguien que yo me sé no sabe colocarse una corbata…-se rio. Entonces, se metió en el probador que tenía dentro de su habitación y, tras un par de minutos, salió con el vestido puesto. Era un ajuar de tubo blanco y de encaje que llegaba hasta bien arriba de la articulación.
  -¡Estás guapísima!-Marine se mordió el labio y le guiño un ojo.-Estas tremenda.-luego se rieron al unísono.
  -No seas tonta.-Sara cogió una bolsa de su armario y le mostro un cinturón negro y unos zapatos de tacón oscuros.-Me lo voy a poner junto con esto.-seguidamente se sentó delante del espejo, al lado de Marine.-Por favor, hazme un moño como el tuyo que a ti te salen genial.-Marine asistió y, tras coger unas cuantas horquillas, se puso manos a la obra.
  -¡Sara!-una voz se escuchó por el pasillo. Esta la reconoció enseguida.-¡Tus padres me han dejado pasar cuando se iban!
  -¡Estamos en mi habitación, Sean!-entonces apareció por la puerta con el traje colgado de una percha.-Te puedes cambiar ahí dentro.-dijo mientras señalaba el vestidor; este asintió con una sonrisa y se introdujo dentro.
  -¿Va a venir Emm?-preguntó Marine mientras sujetaba el cabello de su amiga entre las manos.
  -Sí. Estaba hablando con ella antes por teléfono y me ha dicho que vendría. La verdad es que su voz sonaba un poco extraña.-Seguidamente miró a Marine en el espejo.-Por cierto, ¿cuándo voy a conocer a tu novio?-masculló entre risitas.
  -Muy pronto, no te preocupes. Me ha dicho que pasaría por aquí, que tenía que hablar conmigo.
  -¿Tienes idea de lo que te tiene que decir?
  Marine negó con la cabeza y abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpida por Daniel.
  -Emm está viniendo hacia aquí y…-Daniel se acercó más a la ventana para mirarla mejor.-me parece que está llorando.
  Tras eso, Sean salió del vestidor y se giró hacia la puerta ya que había sonado el timbre de la entrada. Todos bajaron para ver porque estaba Emm llorando; Sara abrió la puerta.
  -Hola Emm, ¿qué te ocurre?-quiso saber Sara. Sin embargo, Emm no respondió.
  -¿Está Marine?-preguntó limpiándose las lágrimas e intentando no llorar. No quería que nadie la viera lloriqueando.
  -Si, está detrás…-no pudo acabar la frase. Emm entro y se quedó petrificada cuando vio a Marine a unos pasos delante de ella y con el vestido puesto. Entonces se armó de valor y le dijo algo que normalmente ella no haría.
  -¡Eres una guarra!
  -¡¿Qué?!-se sorprendió.-¡¿Por qué me dices eso?!-quiso saber Marine.
  -¡Como si no lo supieras!-Marine no supo que responder.- ¡Míralo tu misma!-entonces Emm le enseñó el mensaje y las fotos que había recibido esa misma mañana.
  -¿Quieres saber lo que hace tu novio cuando no está contigo?-dijo en voz alta mientras leía el texto.-¡Novio!-Marine dio un respingo al ver las imágenes.-¡¿Qué significa esto?!
  -¡No te hagas la tonta!-Emm le arrebató el móvil de las manos.-¡Mi novio me ha engañado contigo! ¡Y tú lo sabias! ¡Como tu novio te engañó con otra decidiste hacérmelo pasar mal a mí!
  -¡Espera!-Marine la agarró del brazo.-¡No tenía ni idea de que era tu novio! ¡Él nos ha engañado a las dos!
  -¡No me toques!-Emm se apartó de ella y se dirigió a la puerta.-¡Espero que mueras esta noche, zorra!-y entonces se marchó. Sin embargo, otra sorpresa la esperaba en el exterior. Liam estaba enfrente de ella.
  -Emm, tengo que decirte una cosa.
  -¿Me vas a decir que me has estado engañando con una de mis mejores amigas?  
  -¿Qué?-Liam parecía sorprendido.-Si llego a saber que era tu amiga no te habría engañado…
  -Oh, gracias. Eso me deja mucho más tranquila.-dijo con un tono sarcástico.
  -Espera, lo siento.-Liam se acercó y la agarró delicadamente por la muñeca.-Puedo explicártelo.
  -Haber como me explicas esto.-entonces cerró la mano y arremetió un puñetazo contra la nariz de este. Liam se tiró al suelo y puso sus manos sobre el hocico, ahora ensangrentado.
  -¡Qué haces!-su nariz no paraba de sangrar.-¡Me has roto la nariz!
  -Cállate si no quieres que te rompa otra cosa que no tiene hueso.-la verdad es que Emm nunca se había comportado de esa forma. Pero ya estaba harta. Harta de ser siempre la buena de la película. Harta de quedar siempre como una tonta. Se acabó lo de ser la niña buena.
  Emm atravesó el enorme jardín de la casa de Sara y sintió que alguien iba detrás de ella.
  -¡¿Es que aún no te ha quedado claro?!-Emm se giró, con el puño en alto, preparada para volver a golpear a Liam. Pero no era él.
  -¿Estás bien?-preguntó Sean, que ya estaba preparado para ir a la fiesta.
  -No…-entonces rompió a llorar y tras un momento de indecisión abrazó a Sean.-Estoy harta de todo.
  -No te preocupes.-Sean poso su mano sobre su cabeza y luego le dio un delicado beso en la frente.-Ahora lo que tienes que hacer es ir a la fiesta y pasártelo genial.
  -No pienso ir a la fiesta…
  -Tienes que ir.-Sean la miró a los ojos.-Así podrás olvidarte de todo esto.
  -Está bien…-expresó poco convencida.
  -Si quieres puedes venir con María y conmigo en mi coche.
  -No, no hace falta. No quiero ser un estorbo.
  -¿Quieres qué te acompañe a casa?-se ofreció Sean.
  -De acuerdo.-entonces salieron de lo perímetros de la casa de Sara y se dirigieron a la de ella con el coche de Sean.
  Mientras tanto, Sara había visto toda la escena y se había quedado atónita en la entrada. Tornó su cabeza y se dio cuenta de que Marine ya no estaba con ellos. Se había metido en el baño y podía escuchar como lloraba. Sara sabía que esto debía ser muy duro para ella. Primero le engañó Alan y ahora Liam. Entonces volvió a posar su mirada sobre la calle y vislumbró la silueta de una persona entre la maleza de la casa de enfrente, remarcada por la luz del atardecer. Alguien lo había visto todo. Y Sara estaba convencida de que era aquel misterioso ente que vio en el funeral de Alessia. Quien enviaba todos aquellos mensajes. Quien sabía todos sus secretos. Quien casi mata a Emm y a ella noches atrás. Ahí estaba, observándolo todo, a metros de ella. Entonces supo que aquel maníaco también estaría en la fiesta, dispuesto a aguarles la velada a ella y a sus amigos.

  Las luces de colores que salían de los focos que había en el suelo chocaban contra las torres del Diamond Palace, tiñéndolo de distintos tonos. La música se escuchaba a kilómetros y algunas personas estaban fuera esperando a sus parejas. El enorme vergel que había alrededor del palacio estaba lleno de flores y árboles frutales, lo que daba al lugar un ambiente de cuento. Una larga alfombra roja de terciopelo te indicaba el camino a seguir para entrar en el edificio. A si mismo, varias señales en la carretera te guiaban hacia el aparcamiento que había algunos metros lejos de la nave.
Emm aparcó entre dos coches su Land Rover tras varios minutos de cola para poder entrar. Sin embargo, no salió del coche. Se quedó dentro, reflexionando sobre el porque había venido. Había sido preferible quedarse en casa. Estaba realmente enfadada con Marine, con Liam e incluso con ella misma, y no tenía ganas de encontrarse con ninguno de ellos.
  Emm respiró profundamente y agarró su bolso para salir del vehículo, pero se detuvo al darse cuenta de que su bolso estaba abierto. Se volvió a incorporar en el asiento y extrajo una nota encerrada en el interior de un sobre. Se tapó la boca con las manos para no gritar. Un escalofrió le recorrió la columna y se le hizo un nudo en la garganta, impidiéndole tragar. Releyó la carta y frunció el ceño, e inmediatamente la estrujó, transformándola en una pequeña bola de papel.
  Tras eso, salió del coche rápidamente y se dirigió a la fiesta. Siguió el camino de la alfombra roja y llegó a la entrada del edificio. Varias personas menores que ella intentaban colarse, pero los guardaespaldas lo impedían. La fiesta se celebraba siempre unas semanas después del comienzo del instituto, y solo iba dirigido a los alumnos del último curso o para los que están en la universidad. Lo cierto es que, hacía dos años, ella y sus amigos junto con Alessia habían intentado colarse dentro, pero siempre les pillaban.
  Uno de los guardas abrió la enorme puerta de madera y la dejó entrar. En el interior se encontraba la recepción y  justo al lado se hallaba un pasadizo que llevaba a las habitaciones. Y es que, el Diamond Palace, aparte de ser un lugar donde poder disfrutar y pasártelo en grande, era también un hotel y un restaurante.
  Emm observó como una pareja se dirigía al ascensor para subir a su habitación. Ella también iba a hacer lo mismo con Liam. Si todo aquello no hubiera ocurrido, esa noche habría ido con Liam a una de las habitaciones, habrían apagado las luces y, quien sabe, a lo mejor lo habrían hecho. Pero todo se había estropeado.
  Emm evadió de sus pensamientos y volvió en si. Continuó andando y abrió la puerta de cristal que estaba ante ella y bajó las enormes escaleras, cubiertas de una tela roja con adornos dorados, y se topó con una cortina azul entreabierta. La música estaba muy fuerte en ese punto y podía escuchar como la gente gritaba, cantaba y reía. Entonces se armó de valor y entró dentro.
  Todo el mundo bailaba al son de la música. El suelo era como un espejo y podías verte reflejado en él. En el techo había varios focos de colores que se movían a gran velocidad y a los bordes de la habitación habían unas cuantas mesas con manteles blancos donde podías sentarte a descansar y picotear algo.
  Emm vio a Sara y a Daniel entre la gente y, tras ponerse bien los volantes del escote, se dirigió hacia ellos. Sin embargo, paró en seco cuando estaba enfrente de la mesa. Marine también estaba allí.
  -Hola Emm.-dijo Sara levantándose del asiento para darle un beso. No obstante, ella no respondió. Se limitó a mirar seria a Marine, que esquivaba su mirada. Abrió la boca para hablar con ella sobre la carta que había encontrado en el coche, pero no pudo. Entonces se marchó y desapareció entre la multitud.
  -¿Qué le ocurre?-preguntó María a Sean, que también estaban allí. María lucía un vestido corto de palabra de honor azul cian a juego con la corbata de su novio.
  -Es una larga historia.-entonces se acercó a ella y la besó en el cuello.- ¿Quieres bailar?-ella asintió con la cabeza y salieron a la pista de baile.
  -Pobre Emm.-pronunció Sara que se volvió a sentar al lado de Daniel.
  -Si…-no obstante, Daniel no tenía tiempo para poder pensar en ello. Estaba vigilando por si aparecía su hermana Naomi. Desde que encontró el distorsionador de voz en su cuarto no había dormido bien y estaba seguro de que era ella quien enviaba todos esos mensajes y amenazas. Sin embargo, era demasiado pronto para contárselo a sus amigos.
  Entonces, de la nada, apareció. Ella llevaba un vestido blanco semitransparente en el escote y en la mitad del muslo, y pequeños detalles de colores en el extremo del atavío centelleaban bajo la luz de los focos. Sin embargo, no estaba sola. Iba acompañado de un  misterioso chico más alto que ella. Un chico rubio con ojos azules. ¿Quién era su acompañante? ¿Era acaso él su cómplice?
  Mientras tanto, Sara también estaba absorta en sus pensamientos. No podía quitarse de la cabeza la última frase que dijo Sophie antes de desconectarse del chat unos días atrás. <<Pues yo de ti tendría cuidado. Puede que quien hizo eso esté más cerca de lo que os pensáis>> pensó. ¿A qué se refería con eso? ¿Era una forma de decirle que era ella la que estaba detrás de las amenazas y del ataque en su casa? ¿Fue ella la que la espiaba teniendo sexo con su novio? ¿O sabía algo más acerca de la muerte de Alessia?
  Sophie también estaba allí, agarrada de la mano de su novio Josh (exnovio de Alessia). Vestía con un vestido rosa de tul y se había ondulado el cabello, cayendo por encima de  sus hombros.
  Sara rotó la cabeza hacia otro lado y se dio cuenta de que Teresa también estaba allí. Vestía un atavío negro escotado por la espalda y la larga melena rubia estaba recogida en una trenza que caía sobre el pecho de ella. Sara no pudo evitarlo y su cabeza dio un vuelco cambiando de tema. Esa era la oportunidad perfecta para poder hablar con ella y arreglar los problemas que tenían.
  -Marine, ¿puedes quedarte con mis cosas, por favor?-Sara no se había llevado el bolso y solo había cogido las llaves del coche, el móvil y la tarjeta para el parquin. Tras eso, se levantó de la silla y se dirigió hacia Teresa, ocultándose entre el gentío.
   -¿Estás bien Marine?-preguntó Daniel después de que Sara se marchara y los dejara solos.
  -Si…no te preocupes.-Marine guardó los objetos que le había dado Sara en su bolso. Entonces alzó la vista y vio a Alan junto con Ashley. Esta se dio cuenta de que Marine les estaba mirando y se abalanzó sobre él, besándole con fuerza en los labios y colocando su mano sobre su trasero.
  Marine, furiosa,  apartó la vista y se levantó de la silla y, sin decir palabra a Daniel, se dirigió a los lavabos esquivando a la gente que bailaba.
  Abrió la puerta del servicio y se metió dentro. En el interior había tres chicas sentadas en los lavamanos hablando y fumando.
  -¿Podéis marcharos, por favor?-dijo Marine, agitando la mano para que una nube de humo se desvaneciera. Sin embargo, las tres chicas se rieron de ella con un tono sarcástico ya que no tenían pensado irse.- ¡Qué os piréis!-aquella vez las chicas obedecieron, quedándose serias y murmurando cosas sobre ella. Una vez se marcharon, Marine cerró la puerta y colocó con fuerza el taco de madera que había al lado de esta, atrancándola. Tras eso, Marine se apoyó en la encimera de mármol del lavabo y se miró en el espejo; se quitó las horquillas del cabello y agitó la cabeza para que el pelo se soltara. Entonces abrió el bolso y sacó una petaca de metal llena de wishky y, tras vacilar un instante, dio un gran sorbo al frasco, quemándose la garganta.

  Sara eludió a las personas que se topaban en su camino y apartó con el brazo a algunas parejas que bailaban en la pista hasta que llegó a su destino.
  -Hola Teresa.-tuvo que elevar la voz para que ella la escuchara. Sara se dio cuenta de que llevaba una carpeta de color marrón entre los brazos.-No sabía que venias.-miró a su alrededor y se percató de que Hale no estaba con ella.-¿No has venido con mi hermano?
  -No, él se ha ido con tus padres para cenar y ver donde se celebrará la boda. La verdad es que yo no iba a venir, pero me llamaron hace unos días para ayudar en la fiesta. Es que el hijo del dueño del Diamond Palace es muy amigo mio.
  -Entonces, ¿lo de la boda va enserio?-preguntó segura de la respuesta.
  -Si…-Teresa la miró con cara de pena.-Se que no te gusta la idea de que nos casemos y…
  -He venido para hablarte de eso.-la interrumpió.-Quería decirte que apruebo que os caséis. La verdad es que estaba enfada…-el teléfono móvil de Teresa la interrumpió.
  -Me alegra mucho lo que me estás diciendo pero tengo que cogerlo.-Teresa sacó su iPhone de última generación y contestó a la llamada.-Dime Hale.-se tapó un oído para poder escuchar mejor lo que le decía su prometido. Pero fue en vano. La música estaba demasiado alta.-Espera, que voy a salir fuera. Aquí no se puede hablar.-entonces Teresa se despidió en silencio de Sara y desapareció entre la muchedumbre.
  Sara se quedó allí, plantada con la palabra en la boca. Alguien posó su mano sobre su hombro y esta dio un respingo. La intensidad de la luz bajó y una lenta canción se adueñó del ambiente.
  -¿Quieres bailar?-Daniel estaba detrás de ella.
  -Claro.-Sara sonrió, se agarró de la mano y el hombro y apoyó su cabeza sobre el pecho de este. En los segundos restantes, nadie pronunció palabra y dejaron que la melodía guiara sus pasos.

  Mientras, Sean bailaba con María. Este colocó sus manos sobre la cintura de ella y la atrajo hasta él; sus labios se rozaron con suavidad y, tanto el uno como el otro, cerraron los ojos disfrutando del momento.
  -Sean, quería hacerte una pregunta.-dijo María mirándolo a los ojos.-No quiero que pienses que voy demasiado rápida con esta relación pero, ¿te gustaría pasar la noche conmigo en el hotel?
  -Por supuesto que sí.-Sean plasmó una sonrisa de oreja a oreja. En esos momentos, no se le ocurría ninguna idea mejor que pasar la noche con ella. La verdad es que no tenía intención de perder la virginidad esa noche. Solo quería dormir abrazado a ella y besarla hasta que el sol apareciera por el horizonte.
  -Entonces…-María le besó otra vez en los labios.-Voy a coger las llaves de la habitación.-y se marchó de su lado con delicadeza, rozando su mano con la de él hasta soltarse.

  El ambiente en la habitación de Ashley y Alan era muy romántico. Las luces estaban apagadas y lo único que alumbraba el cuarto eran varias velas encendidas.
  Ashley estaba tumbada encima de Alan, vestida únicamente con la ropa interior negra. Alan colocó su mano en el trasero de esta y la besó con fuerza.
  -Esto con Marine no podía hacerlo.-Alan volvió a besarla.
  -Seguro que ella tampoco hacia esto.-entonces Ashley introdujo su mano en el calzoncillo de este. Alan dio un pequeño respingo y suspiró negando con la cabeza. Ashley alzó la cabeza y vio que la botella de vino que había encima de la mesita de noche estaba vacía.-Espérame aquí. Voy a bajar a la bodega y coger otra botella de vino.-sacó su mano del eslip de este y se levantó de la cama.- ¿Me puedo poner tu camisa? Es que no tengo ganas de vestirme.-Alan asintió.
  Ashley salió de la habitación vestida con la camisa blanca de Alan, la cual le venía enorme. Llamó al ascensor y sintió que alguien la observaba. Se giró pero no había nadie. Bajó a la bodega, pasando por la escalera de caracol que había antes de llegar allí. Deslizó los dedos sobre las botellas de cristal hasta que finalmente eligió una. Ashley volvió a notar que alguien la miraba y giró la testa hasta el final del pasillo entre las estanterías repletas de frascos. Había alguien allí, observándola.
  -¿Qué haces tú aquí?-preguntó al reconocer a la persona que la miraba. Entonces aquel ente saco una navaja plateada que brillaba bajo la luz de las bombillas.-Dios mio…-Ashley soltó la botella, haciéndose añicos y desparramando el líquido rojizo que había en su interior. Se giró y se dirigió hacía la salida, corriendo tan rápido como se lo permitían sus piernas. Sin embargo, aquella persona llegó antes que ella, sorprendiéndola. Esta cayó al suelo.
  -Por favor, no me hagas daño…-Ashley se arrastró por el suelo sin quitar la mirada en los ojos del ente, que se acercaba a ella cuchillo en mano. Entonces, ella se levantó y corrió hacia el final de la sala. Se dio cuenta de que había una puerta cerca de ella. Fue corriendo hacia ella e intentó abrirla, pero estaba atascada. Ashley volvió a voltear la cabeza y aquel ser ya no le seguía. Volvió a salir corriendo, escondiéndose entre las estanterías. Se tapó la boca para que su respiración no delatara su posición y se quitó los tacones para no hacer ruido. Se quedó parada en la última estantería y vio que la puerta que la llevaría a la salida estaba a unos pasos de ella. Sin embargo, al otro lado del estante estaba la persona que la seguía para matarla. Ashley se apoyó y empujó la estantería, cayendo todas las botellas al suelo y tiñéndolo de rojo. Ashley corrió hacia la puerta, gritando cuanto podía. Pero la puerta no se abría. Entonces notó que alguien la agarró por detrás y la empujó contra el suelo, golpeándose la cabeza. Intentó incorporarse, pero no podía. Aquel ente estaba encima de ella, impidiéndole que moviera las piernas. Levantó el cuchillo en alto e intentó asestarle una puñalada pero esta lo paró, gritando. Volvió a alzar la navaja y esta vez consiguió clavársela en la palma de la mano, en un intento fallido de esta por defenderse. Extrajo el puñal de la mano de ella y lo volvió a alzar. Y aquella vez no falló. El filo se introdujo en la garganta de esta. La sangre comenzó a brotar sin control. Ashley notó como sus pulmones se encharcaban de sangre y le impedía respirar, la sangre rebosaba de sus labios. El dolor era insoportable. Sus movimientos incontrolados se convirtieron en pequeñas convulsiones hasta que finalmente su corazón dejó de latir. Aquella persona se levantó y agarró el cadáver por las piernas y lo ocultó en un una pequeña habitación de la misma bodega. Tras eso, cogió una fregona y ocultó la sangre del suelo con el oscuro vino.

  Marine volvió a mirarse en el espejo. Su cabello estaba revuelto y el rímel se le había corrido. Se introdujo el cuello de la petaca en la boca pero estaba vacía. Y ella estaba muy borracha. Se sentó en la encimera y miró los tacones que estaban en el suelo. Su vista estaba borrosa y ella apenas podía mantenerse en pie. Su móvil sonó, interrumpiendo el silencio de los servicios. Era otro mensaje.

¿Quieres saber quien soy? Reúnete conmigo al lado del Diamond Palace. Te espero allí.

  Volvió a leer el mensaje y se puso los zapatos tras un largo momento para poder mantenerse en pie. Sacó el taco que impedía que la puerta se abriera y salió. Nathalie estaba fuera, esperándola.
  -¿Estás bien, Mar?-preguntó ayudándola a que no se cayera.
  -Estupendamente…-su voz y su aliento delataba que estaba ebria como una cuba.-Ahora no puedo hablar... tengo que irme…
  -No puedes irte. Estás muy ciega.
  -Lo se…-Marine se rio.-Tengo un pedo enorme… Pero no puedo quedarme… el mensaje dice que vaya…-y Marine se soltó de los brazos de Nathalie y salió al exterior.

  Sara besó en los finos labios a Daniel al terminar la canción. Esta se soltó de él.
  -Voy a tomar algo.-dijo señalando la mesa donde estaban antes sentados.-¿Quieres que te traiga alguna cosa?-pero Daniel se negó. Sara se dirigió hacia la mesa y observó los platos a elegir: rebanadas de pan tostado con queso gratinado por encima, trozos de melón envueltos en jamón, cupcakes, etc. Sin embargo, no fueron las magdalenitas de colores lo que le llamó la atención. Se percató de que Marine no estaba en la mesa. Alzó la testa y la buscó entre la muchedumbre, pero no la encontraba. De pronto, tuvo un mal presentimiento. ¿Y si le había pasado algo? Ya sabía de lo que era capaz el misterioso ente que entró en su casa hacía unas noches. Fue como un sexto sentido. En su mente apareció la imagen de Marine. Su cadáver flotaba en el rio. Sara agitó la cabeza y eliminó la macabra alucinación de su mente. No podía permitir que le pasara algo. Marchó a la cortina azul que separaba la fiesta del recibidor y se topó con Nathalie, que mostraba una mueca de preocupación en su rostro.
  -¿Has visto a Marine?-esperaba que ella supiera la respuesta.
  -No…-Nathalie arqueó una ceja.-Estaba hablando con ella hace un instante y me ha dicho que tenía que irse. Algo sobre… no sé que de un mensaje. Estaba muy borracha.
  -¡Qué!-ladró. Sara volteó la cabeza hacia el interior del local. Tanto Sophie como Josh habían desaparecido. Un escalofrío le recorrió todos los lugares de su columna. Entonces apartó a Nathalie y se dirigió al exterior.
  Mientras, Daniel se dio cuenta de Sara entraba en recepción rápidamente. <<¿Ha pasado algo?>> pensó. Daniel se giró y observó como Naomi desaparecía entre la multitud, agarrada de aquel misterioso chico. Entonces, el acompañante de su hermana se giró le miró a los ojos. Los gélidos ojos del compañero de Naomi se clavaron en los azules ojos de Daniel y, tras un momento de incomodidad, sonrió. Fue una sonrisa diabólica, que quedó grabada en la mente de Daniel. Sin pensarlo, corrió hacia la salida en busca de su novia. Por suerte para él, ella estaba fuera.
  -Sara, ¿qué haces aquí?-Daniel no quería dejarla sola.
  -Tengo un mal presentimiento.-Sara le agarró de la mano.-Marine no está dentro y creo que le ha pasado algo.
  -No te preocupes. Seguro que está bien. La buscaremos dentro.-Daniel la agarró del hombro y la atrajo hasta él.-Seguro que está en la parte trasera del Diamond Palace.
  -Espero que tengas razón…-sin embargo, Sara no se quedó tranquila.

  Marine estaba en el vergel que había en el costado del edificio. Estaba sola. Todo el mundo que había en exterior había entrado y la gente más pequeña que ella se había cansado de intentar colarse y se había marchado a sus casas.
  El silencio que había en el ambiente era total hasta que Marine escuchó un sonido que proveía de sus espaldas. Se giró torpemente, aun muy borracha y observó con dificultad la sombra que había a unos metros enfrente de ella.
  -He venido como me has dicho… Cumple tu promesa y muéstrame quien eres.-Sin embargo, el misterioso ente no respondió. Marine entre cerró los ojos y vislumbró como algo al lado de la sombra brillaba. El filo de una navaja centelleaba bajo la luz de la luna.
  Marine sé quedó paralizada, sin sabe que hacer. Pero finalmente actuó. Dio la espalda a la sombra y corrió por el césped tanto como se lo permitía la embriaguez. Corrió y corrió entre las tinieblas para despistar a aquel que la perseguía, pero era en vano. Sin saber a donde huir o a quien recurrir, se introdujo en al aparcamiento y se ocultó entre dos coches. Alzó la cabeza y se dio cuenta de que aquel misterioso ser estaba lejos de ella, en el piso superior del parquin. Miró al suelo, con la vista borrosa, y se quitó los tacones para no hacer ruido. Entonces se percató de que aun llevaba el bolso encima, y que dentro de él estaban las llaves del coche de Sara y la tarjeta del garaje. Tenía que llegar al vehículo y escapar. A pesar de que no se había sacado el carnet de conducir, ya había conducido varias veces para practicar y no era tan difícil. Bueno, al menos, eso pensaba ella. Sin embargo, no había tiempo de buscar otra salida.  Esa era su salvación.
  Volvió a alzar la testa por encima del capó rojo del vehículo y vio que el ente que la perseguía estaba lejos de ella. Tenía que hacer algo. Corrió agazapada hacia el Mini de Sara para que no la viera. Tras llegar al coche volvió a agacharse y rebuscó las llaves en su bolso. Su corazón iba a mil por hora y las manos le temblaban, lo cual le dificultó la búsqueda. Finalmente las encontró y, tras una ojeada hacia el interior del parquin, pulsó el botón verde del llavero para abrirlo. Por desgracia, el vehículo emitió un pitido cuando se abrió, delatando que intentaba escaparse. Entonces, Marine se armó de valor y entró dentro del automóvil. Giró la cabeza y observó que aquel misterioso ente se acercaba a gran velocidad.
  Marine intentó meter la llave por la cerradura para arrancar el coche, pero su borrachera no se lo permitía. La llave entro por fin en la aldaba y motor gruñó. Pisó el acelerador cambiando de marcha y el coche se desplazó hacia atrás. No obstante, aceleró demasiado y se estampó el coche que había detrás del suyo; el motor se paró. Marine intentó arrancar de nuevo pero algo se lo detuvo. La persona que la seguía rompió la luna lateral del coche y la agarró del brazo con fuerza. Forcejearon y forcejearon hasta que el coche reinició. Marine pisó al acelerador y consiguió soltarse. Subió una rampa para poder llegar al monitor que abría la puerta. El coche rozó contra la pared, extirpando el retrovisor. Aun así, no le importaba. Tenía que huir.
  Paró al lado del monitor y, con impericia, deslizó la franja metálica de la tarjeta sobre el lector; la puerta de acero comenzó a abrirse. El coche subió la cuesta, restregándose contra la pared y arañando las puertas del vehículo.
  Marine vislumbró una luz al final del camino. Sin embargo, la puerta volvió a bajar. Aquel ente había roto el lector con la punta del puñal. El portón cayó sobre el Mini, aboyándolo e impidiéndole el paso; el motor se apagó automáticamente. Marine abrió la puerta pero se atrancó. El portón estaba aplastándola también. Entonces, Marine recostó sobre el asiento del copiloto y arremetió contra la puerta una fuerte patada, consiguiendo que se abriera. Se incorporó sobre si misma y salió del vehículo hacía el exterior.
  Corrió descalza por el vergel trasero del palacio. Su respiración era corta y sintió que le faltaba el aire. Avanzaba en zigzag con la vista nublada hasta que chocó contra la el enorme portón trasero del Diamond Palace.
  -¡Socorro!-Marine golpeó con vigor la puerta hasta hacerse daño.-¡Qué alguien me ayude!-se giró y se percató, a pesar de su difuminada vista, de que aun la seguía. Continuó gritando hasta que la garganta se resintió, pero nadie la escuchaba. La música del interior estaba muy fuerte. Aturdida y cansada, cogió una piedra del suelo y la lanzó contra el cristal de la puerta, tapándose la cara para que una esquirla no entrara en un ojo. Introdujo la mano en la cavidad que había producido el golpe de la roca y abrió la puerta; al sacar el brazo un cristal rebanó la parte anterior al codo y la sangre comenzó a brotar. Pero no había tiempo de quejarse. Entró dentro y la oscuridad era total. A tientas, subió las escaleras que pudo vislumbrar gracias a la tenue luz que entraba.
  Jadeando, entró en otra sala llena de mesas cubiertas con manteles. Seguramente, esa habitación estaba preparada para algún banquete de comunión o bautizo. Marine avanzó entre las tinieblas y chocó contra una mesa, cayéndose al suelo. Miró al pasillo por donde acaba de entrar y observó que la sombra de la persona que la seguía estaba plasmada en la pared. Se levantó y continuó corriendo hasta que llegó a una escalera y, tras vacilar un instante, las subió. Arribó a un pasillo alumbrado por la luz de la luna que entraba por una ventana abierta. Cansada, avanzó despacio intentando tragar saliva. Pero, de la nada, delante de ella, apareció el ser que la seguía.

  Daniel y Sara encendieron la luz del pasadizo que llevaba a la puerta exterior. Sara estaba muy preocupada por Marine ya que aquella extraña sensación no había desaparecido. No obstante, no tenía ningún miedo.
  -Sara, no está aquí.-dijo Daniel a sus espaldas.
  -Quizá esté en el piso de arriba.
  -No.-Daniel no quería pasar más tiempo allí.-Seguramente habrá vuelto a la fiesta. Que es lo que tenemos que hacer nosotros también.
  -Dime una cosa Daniel.-Sara se acercó a él.-¿Te ocurre algo?-prosiguió.-Desde que estamos aquí pareces muy asustado.-Sara sintió que ocultaba algo?-¿Hay algo que tengas qué decirme?
  -La verdad es que sí.-Daniel tragó saliva.-Creo que quien está detrás de todo esto es…-pero algo le interrumpió. El grito de una chica.
  -¡Marine!-pronunció Sara. Aquel escalofrío que había sentido antes volvió a presentarse. Esta miró a su novio y subieron las escaleras hacia el lugar de donde provenía el estruendo.

  Aquel individuo la empujó contra la pared, sujetándola del pelo. Alzó la navaja y la llevó despacio hacia el ojo de Marine. Esta lo paró con las manos y vio ante ella, a pocos milímetros, el rígido y afilado filo. El sujeto arrastró con fuerza el cuchillo hacia el cuello desnudo de Marine e hincó la punta en la garganta de esta; una pequeña gota de sangre salió de la herida. Entonces, el ente miró a la ventana abierta y soltó el puñal. La agarró del cuello con las dos manos y la levantó del suelo. Marine no podía respirar. Y tras un instante de asfixia, su cuerpo se precipitó por la ventana. Sin embargó, consiguió agarrarse de la repisa.
  -¡Por favor, no me mates!-las lágrimas cayeron por las mejillas de Marine. El individuo se agachó y agarró el cuchillo y deslizó el tajo por los dedos de ella, cortándolos. La sangre brotó y delicadas gotas de color rojo cayeron por la muñeca de esta.
  -¡Eh, tú!-Daniel apareció por detrás. Este guardó la navaja y huyó del lugar.-¡Sara, ayuda a Marine!-esta obedeció. Se dirigió la ventana le cedió la mano a Marine.
  -¡Dame la mano!-Marine la alargó y se agarró de la extremidad de Sara.
  -¡No me sueltes!
  -¡No te preocupes! No pienso soltarte…-sin embargo, la presión de la mano de Sara en los dedos de esta, provocó que la sangre emergiera con rapidez y pequeñas gotas del oscuro fluido cayeran sobre la cara de Marine. Y entonces ocurrió. Los dedos resbalaron de la mano de Sara y el cuerpo de esta se precipitó contra el suelo. El estruendo producido se escuchó más que la música. Sara se asomó y observó el cuerpo de su amiga en el suelo. Un pequeño charco de sangre se formó alrededor de la cabeza de esta. La pierna izquierda estaba torcida hacia arriba y ensangrentada, al igual que el brazo derecho, que estaba girado hacia fuera y el hueso del codo asomaba entre la carne sanguinolenta.  
  Sean salió del interior de la fiesta para mirar que había ocurrido. Su cuerpo se quedó congelado al ver a Marine, que yacía sin moverse en el suelo.
  -¡Qué alguien llame a una ambulancia!-Sean se agachó entre lágrimas y recogió entre sus brazos el cuerpo de su amiga. De pronto, Nathalie acudió a su llamada.
  -¡Dios mio!-se arrodilló en el suelo y agarró el móvil para llamar a emergencias. De pronto, todo el mudo que estaba en el interior salió para ver que había pasado.
  -¡No le noto el pulso!-gritó Sean, asustado. Las lágrimas cayeron de sus ojos. Al cabo de unos minutos, las luces de la ambulancia llegaron al lugar. De ella, varios hombres bajaron rápidamente y la tumbaron en una camilla.
  -¡No respira!-ladró uno mientras le colocaba una mascarilla con una bombona para que pudiera respirar.
  Mientras, Sara se había quedado paralizada al lado de la venta, arrodillada en el suelo. De pronto, el sonido de su móvil irrumpió el silencio de la habitación. Sara agarró el bolso de Marine, que se le había caído antes de que su cuerpo se precipitara por la ventana, y sacó su teléfono. Era otro mensaje:

¿Tienes miedo ahora? Deberías zorra.

  Por primera vez, desde hacía mucho tiempo, sentía miedo. Mucho miedo. Sin duda, esto no era ningún juego.









CONTINUARÁ…

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