19
Capítulo final
Caerá
una estrella
Sara
cogió la corbata oscura de la cama y la enlazó alrededor del cuello de Daniel.
Tras colocársela le dio un tenue beso en los labios y este posó sus manos sobre
el trasero de esta; Sara le agarró las manos y las colocó en su tronco.
Entonces, Daniel metió la mano en la mochila que había llevado para cambiarse
en casa de su novia.
-¿Puedo?-sacó una cajetilla de cigarrillos y
la agitó rítmicamente. Sara asintió un tanto disgustada ya que no le gustaba
nada que su novio fumara. En general, odiaba todo lo que provenía del tabaco.
-Esta bien, pero ponte al lado de la ventana
que no quiero que el olor del humo se quede impregnado en la habitación.-Daniel
obedeció y se sentó en la acolchada repisa que había debajo de la ventana.
-Oye Sara, aún no he visto tu
vestido.-pronunció Marine, que había estado sentada enfrente del espejo
recogiéndose el cabello en un moño y escuchando la conversación que tenían Sara
y su novio. Ella ya se había puesto el vestido que se había comprado hacía unas
semanas. Era un atavío rosa de palabra de honor y la falda de terciopelo del
mismo tono llegaba hasta un palmo de las rodillas.
-No te preocupes. Ahora me lo pongo.-tras eso
miró a Daniel, que expulsaba una nube de humo por la boca hacia la ventana
abierta.-Como alguien que yo me sé no sabe colocarse una corbata…-se rio.
Entonces, se metió en el probador que tenía dentro de su habitación y, tras un
par de minutos, salió con el vestido puesto. Era un ajuar de tubo blanco y de
encaje que llegaba hasta bien arriba de la articulación.
-¡Estás guapísima!-Marine se mordió el labio
y le guiño un ojo.-Estas tremenda.-luego se rieron al unísono.
-No seas tonta.-Sara cogió una bolsa de su
armario y le mostro un cinturón negro y unos zapatos de tacón oscuros.-Me lo
voy a poner junto con esto.-seguidamente se sentó delante del espejo, al lado
de Marine.-Por favor, hazme un moño como el tuyo que a ti te salen genial.-Marine
asistió y, tras coger unas cuantas horquillas, se puso manos a la obra.
-¡Sara!-una voz se escuchó por el pasillo.
Esta la reconoció enseguida.-¡Tus padres me han dejado pasar cuando se iban!
-¡Estamos en mi habitación, Sean!-entonces apareció
por la puerta con el traje colgado de una percha.-Te puedes cambiar ahí
dentro.-dijo mientras señalaba el vestidor; este asintió con una sonrisa y se
introdujo dentro.
-¿Va a venir Emm?-preguntó Marine mientras
sujetaba el cabello de su amiga entre las manos.
-Sí. Estaba hablando con ella antes por
teléfono y me ha dicho que vendría. La verdad es que su voz sonaba un poco
extraña.-Seguidamente miró a Marine en el espejo.-Por cierto, ¿cuándo voy a
conocer a tu novio?-masculló entre risitas.
-Muy pronto, no te preocupes. Me ha dicho que
pasaría por aquí, que tenía que hablar conmigo.
-¿Tienes idea de lo que te tiene que decir?
Marine negó con la cabeza y abrió la boca
para decir algo, pero fue interrumpida por Daniel.
-Emm está viniendo hacia aquí y…-Daniel se
acercó más a la ventana para mirarla mejor.-me parece que está llorando.
Tras eso, Sean salió del vestidor y se giró
hacia la puerta ya que había sonado el timbre de la entrada. Todos bajaron para
ver porque estaba Emm llorando; Sara abrió la puerta.
-Hola Emm, ¿qué te ocurre?-quiso saber Sara.
Sin embargo, Emm no respondió.
-¿Está Marine?-preguntó limpiándose las
lágrimas e intentando no llorar. No quería que nadie la viera lloriqueando.
-Si, está detrás…-no pudo acabar la frase.
Emm entro y se quedó petrificada cuando vio a Marine a unos pasos delante de
ella y con el vestido puesto. Entonces se armó de valor y le dijo algo que
normalmente ella no haría.
-¡Eres una guarra!
-¡¿Qué?!-se sorprendió.-¡¿Por qué me dices
eso?!-quiso saber Marine.
-¡Como si no lo supieras!-Marine no supo que
responder.- ¡Míralo tu misma!-entonces Emm le enseñó el mensaje y las fotos que
había recibido esa misma mañana.
-¿Quieres saber lo que hace tu novio cuando
no está contigo?-dijo en voz alta mientras leía el texto.-¡Novio!-Marine dio un
respingo al ver las imágenes.-¡¿Qué significa esto?!
-¡No te hagas la tonta!-Emm le arrebató el
móvil de las manos.-¡Mi novio me ha engañado contigo! ¡Y tú lo sabias! ¡Como tu
novio te engañó con otra decidiste hacérmelo pasar mal a mí!
-¡Espera!-Marine la agarró del brazo.-¡No
tenía ni idea de que era tu novio! ¡Él nos ha engañado a las dos!
-¡No me toques!-Emm se apartó de ella y se
dirigió a la puerta.-¡Espero que mueras esta noche, zorra!-y entonces se
marchó. Sin embargo, otra sorpresa la esperaba en el exterior. Liam estaba
enfrente de ella.
-Emm, tengo que decirte una cosa.
-¿Me vas a decir que me has estado engañando
con una de mis mejores amigas?
-¿Qué?-Liam parecía sorprendido.-Si llego a
saber que era tu amiga no te habría engañado…
-Oh, gracias. Eso me deja mucho más
tranquila.-dijo con un tono sarcástico.
-Espera, lo siento.-Liam se acercó y la
agarró delicadamente por la muñeca.-Puedo explicártelo.
-Haber como me explicas esto.-entonces cerró
la mano y arremetió un puñetazo contra la nariz de este. Liam se tiró al suelo
y puso sus manos sobre el hocico, ahora ensangrentado.
-¡Qué haces!-su nariz no paraba de
sangrar.-¡Me has roto la nariz!
-Cállate si no quieres que te rompa otra cosa
que no tiene hueso.-la verdad es que Emm nunca se había comportado de esa
forma. Pero ya estaba harta. Harta de ser siempre la buena de la película.
Harta de quedar siempre como una tonta. Se acabó lo de ser la niña buena.
Emm atravesó el enorme jardín de la casa de
Sara y sintió que alguien iba detrás de ella.
-¡¿Es que aún no te ha quedado claro?!-Emm se
giró, con el puño en alto, preparada para volver a golpear a Liam. Pero no era
él.
-¿Estás bien?-preguntó Sean, que ya estaba
preparado para ir a la fiesta.
-No…-entonces rompió a llorar y tras un
momento de indecisión abrazó a Sean.-Estoy harta de todo.
-No te preocupes.-Sean poso su mano sobre su
cabeza y luego le dio un delicado beso en la frente.-Ahora lo que tienes que
hacer es ir a la fiesta y pasártelo genial.
-No pienso ir a la fiesta…
-Tienes que ir.-Sean la miró a los ojos.-Así
podrás olvidarte de todo esto.
-Está bien…-expresó poco convencida.
-Si quieres puedes venir con María y conmigo
en mi coche.
-No, no hace falta. No quiero ser un estorbo.
-¿Quieres qué te acompañe a casa?-se ofreció
Sean.
-De acuerdo.-entonces salieron de lo
perímetros de la casa de Sara y se dirigieron a la de ella con el coche de
Sean.
Mientras tanto, Sara había visto toda la escena
y se había quedado atónita en la entrada. Tornó su cabeza y se dio cuenta de
que Marine ya no estaba con ellos. Se había metido en el baño y podía escuchar
como lloraba. Sara sabía que esto debía ser muy duro para ella. Primero le
engañó Alan y ahora Liam. Entonces volvió a posar su mirada sobre la calle y
vislumbró la silueta de una persona entre la maleza de la casa de enfrente,
remarcada por la luz del atardecer. Alguien lo había visto todo. Y Sara estaba
convencida de que era aquel misterioso ente que vio en el funeral de Alessia.
Quien enviaba todos aquellos mensajes. Quien sabía todos sus secretos. Quien
casi mata a Emm y a ella noches atrás. Ahí estaba, observándolo todo, a metros
de ella. Entonces supo que aquel maníaco también estaría en la fiesta,
dispuesto a aguarles la velada a ella y a sus amigos.
Las luces de colores que salían de los focos
que había en el suelo chocaban contra las torres del Diamond Palace, tiñéndolo de distintos tonos. La música se escuchaba
a kilómetros y algunas personas estaban fuera esperando a sus parejas. El
enorme vergel que había alrededor del palacio estaba lleno de flores y árboles
frutales, lo que daba al lugar un ambiente de cuento. Una larga alfombra roja
de terciopelo te indicaba el camino a seguir para entrar en el edificio. A si
mismo, varias señales en la carretera te guiaban hacia el aparcamiento que
había algunos metros lejos de la nave.
Emm
aparcó entre dos coches su Land Rover
tras varios minutos de cola para poder entrar. Sin embargo, no salió del coche.
Se quedó dentro, reflexionando sobre el porque había venido. Había sido
preferible quedarse en casa. Estaba realmente enfadada con Marine, con Liam e
incluso con ella misma, y no tenía ganas de encontrarse con ninguno de ellos.
Emm respiró profundamente y agarró su bolso
para salir del vehículo, pero se detuvo al darse cuenta de que su bolso estaba
abierto. Se volvió a incorporar en el asiento y extrajo una nota encerrada en
el interior de un sobre. Se tapó la boca con las manos para no gritar. Un escalofrió
le recorrió la columna y se le hizo un nudo en la garganta, impidiéndole
tragar. Releyó la carta y frunció el ceño, e inmediatamente la estrujó,
transformándola en una pequeña bola de papel.
Tras eso, salió del coche rápidamente y se
dirigió a la fiesta. Siguió el camino de la alfombra roja y llegó a la entrada
del edificio. Varias personas menores que ella intentaban colarse, pero los
guardaespaldas lo impedían. La fiesta se celebraba siempre unas semanas después
del comienzo del instituto, y solo iba dirigido a los alumnos del último curso
o para los que están en la universidad. Lo cierto es que, hacía dos años, ella
y sus amigos junto con Alessia habían intentado colarse dentro, pero siempre
les pillaban.
Uno de los guardas abrió la enorme puerta de
madera y la dejó entrar. En el interior se encontraba la recepción y justo al lado se hallaba un pasadizo que
llevaba a las habitaciones. Y es que, el Diamond
Palace, aparte de ser un lugar donde poder disfrutar y pasártelo en grande,
era también un hotel y un restaurante.
Emm observó como una pareja se dirigía al
ascensor para subir a su habitación. Ella también iba a hacer lo mismo con
Liam. Si todo aquello no hubiera ocurrido, esa noche habría ido con Liam a una
de las habitaciones, habrían apagado las luces y, quien sabe, a lo mejor lo
habrían hecho. Pero todo se había estropeado.
Emm evadió de sus pensamientos y volvió en
si. Continuó andando y abrió la puerta de cristal que estaba ante ella y bajó
las enormes escaleras, cubiertas de una tela roja con adornos dorados, y se
topó con una cortina azul entreabierta. La música estaba muy fuerte en ese
punto y podía escuchar como la gente gritaba, cantaba y reía. Entonces se armó
de valor y entró dentro.
Todo el mundo bailaba al son de la música. El
suelo era como un espejo y podías verte reflejado en él. En el techo había
varios focos de colores que se movían a gran velocidad y a los bordes de la
habitación habían unas cuantas mesas con manteles blancos donde podías sentarte
a descansar y picotear algo.
Emm vio a Sara y a Daniel entre la gente y,
tras ponerse bien los volantes del escote, se dirigió hacia ellos. Sin embargo,
paró en seco cuando estaba enfrente de la mesa. Marine también estaba allí.
-Hola Emm.-dijo Sara levantándose del asiento
para darle un beso. No obstante, ella no respondió. Se limitó a mirar seria a
Marine, que esquivaba su mirada. Abrió la boca para hablar con ella sobre la
carta que había encontrado en el coche, pero no pudo. Entonces se marchó y
desapareció entre la multitud.
-¿Qué le ocurre?-preguntó María a Sean, que
también estaban allí. María lucía un vestido corto de palabra de honor azul
cian a juego con la corbata de su novio.
-Es una larga historia.-entonces se acercó a
ella y la besó en el cuello.- ¿Quieres bailar?-ella asintió con la cabeza y
salieron a la pista de baile.
-Pobre Emm.-pronunció Sara que se volvió a
sentar al lado de Daniel.
-Si…-no obstante, Daniel no tenía tiempo para
poder pensar en ello. Estaba vigilando por si aparecía su hermana Naomi. Desde
que encontró el distorsionador de voz en su cuarto no había dormido bien y
estaba seguro de que era ella quien enviaba todos esos mensajes y amenazas. Sin
embargo, era demasiado pronto para contárselo a sus amigos.
Entonces, de la nada, apareció. Ella llevaba
un vestido blanco semitransparente en el escote y en la mitad del muslo, y
pequeños detalles de colores en el extremo del atavío centelleaban bajo la luz
de los focos. Sin embargo, no estaba sola. Iba acompañado de un misterioso chico más alto que ella. Un chico
rubio con ojos azules. ¿Quién era su acompañante? ¿Era acaso él su cómplice?
Mientras tanto, Sara también estaba absorta
en sus pensamientos. No podía quitarse de la cabeza la última frase que dijo
Sophie antes de desconectarse del chat unos días atrás. <<Pues yo de ti tendría cuidado. Puede que
quien hizo eso esté más cerca de lo que os pensáis>> pensó. ¿A qué se
refería con eso? ¿Era una forma de decirle que era ella la que estaba detrás de
las amenazas y del ataque en su casa? ¿Fue ella la que la espiaba teniendo sexo
con su novio? ¿O sabía algo más acerca de la muerte de Alessia?
Sophie también estaba allí, agarrada de la
mano de su novio Josh (exnovio de Alessia). Vestía con un vestido rosa de tul y
se había ondulado el cabello, cayendo por encima de sus hombros.
Sara rotó la cabeza hacia otro lado y se dio
cuenta de que Teresa también estaba allí. Vestía un atavío negro escotado por
la espalda y la larga melena rubia estaba recogida en una trenza que caía sobre
el pecho de ella. Sara no pudo evitarlo y su cabeza dio un vuelco cambiando de
tema. Esa era la oportunidad perfecta para poder hablar con ella y arreglar los
problemas que tenían.
-Marine, ¿puedes quedarte con mis cosas, por
favor?-Sara no se había llevado el bolso y solo había cogido las llaves del
coche, el móvil y la tarjeta para el parquin. Tras eso, se levantó de la silla
y se dirigió hacia Teresa, ocultándose entre el gentío.
-¿Estás bien Marine?-preguntó Daniel después
de que Sara se marchara y los dejara solos.
-Si…no te preocupes.-Marine guardó los
objetos que le había dado Sara en su bolso. Entonces alzó la vista y vio a Alan
junto con Ashley. Esta se dio cuenta de que Marine les estaba mirando y se
abalanzó sobre él, besándole con fuerza en los labios y colocando su mano sobre
su trasero.
Marine, furiosa, apartó la vista y se levantó de la silla y,
sin decir palabra a Daniel, se dirigió a los lavabos esquivando a la gente que
bailaba.
Abrió la puerta del servicio y se metió
dentro. En el interior había tres chicas sentadas en los lavamanos hablando y
fumando.
-¿Podéis marcharos, por favor?-dijo Marine,
agitando la mano para que una nube de humo se desvaneciera. Sin embargo, las
tres chicas se rieron de ella con un tono sarcástico ya que no tenían pensado
irse.- ¡Qué os piréis!-aquella vez las chicas obedecieron, quedándose serias y
murmurando cosas sobre ella. Una vez se marcharon, Marine cerró la puerta y
colocó con fuerza el taco de madera que había al lado de esta, atrancándola.
Tras eso, Marine se apoyó en la encimera de mármol del lavabo y se miró en el
espejo; se quitó las horquillas del cabello y agitó la cabeza para que el pelo
se soltara. Entonces abrió el bolso y sacó una petaca de metal llena de wishky
y, tras vacilar un instante, dio un gran sorbo al frasco, quemándose la
garganta.
Sara eludió a las personas que se topaban en
su camino y apartó con el brazo a algunas parejas que bailaban en la pista
hasta que llegó a su destino.
-Hola Teresa.-tuvo que elevar la voz para que
ella la escuchara. Sara se dio cuenta de que llevaba una carpeta de color
marrón entre los brazos.-No sabía que venias.-miró a su alrededor y se percató
de que Hale no estaba con ella.-¿No has venido con mi hermano?
-No, él se ha ido con tus padres para cenar y
ver donde se celebrará la boda. La verdad es que yo no iba a venir, pero me
llamaron hace unos días para ayudar en la fiesta. Es que el hijo del dueño del Diamond Palace es muy amigo mio.
-Entonces, ¿lo de la boda va
enserio?-preguntó segura de la respuesta.
-Si…-Teresa la miró con cara de pena.-Se que
no te gusta la idea de que nos casemos y…
-He venido para hablarte de eso.-la
interrumpió.-Quería decirte que apruebo que os caséis. La verdad es que estaba
enfada…-el teléfono móvil de Teresa la interrumpió.
-Me alegra mucho lo que me estás diciendo
pero tengo que cogerlo.-Teresa sacó su iPhone
de última generación y contestó a la llamada.-Dime Hale.-se tapó un oído para
poder escuchar mejor lo que le decía su prometido. Pero fue en vano. La música
estaba demasiado alta.-Espera, que voy a salir fuera. Aquí no se puede
hablar.-entonces Teresa se despidió en silencio de Sara y desapareció entre la
muchedumbre.
Sara se quedó allí, plantada con la palabra
en la boca. Alguien posó su mano sobre su hombro y esta dio un respingo. La
intensidad de la luz bajó y una lenta canción se adueñó del ambiente.
-¿Quieres bailar?-Daniel estaba detrás de
ella.
-Claro.-Sara sonrió, se agarró de la mano y
el hombro y apoyó su cabeza sobre el pecho de este. En los segundos restantes,
nadie pronunció palabra y dejaron que la melodía guiara sus pasos.
Mientras, Sean bailaba con María. Este colocó
sus manos sobre la cintura de ella y la atrajo hasta él; sus labios se rozaron
con suavidad y, tanto el uno como el otro, cerraron los ojos disfrutando del
momento.
-Sean, quería hacerte una pregunta.-dijo
María mirándolo a los ojos.-No quiero que pienses que voy demasiado rápida con
esta relación pero, ¿te gustaría pasar la noche conmigo en el hotel?
-Por supuesto que sí.-Sean plasmó una sonrisa
de oreja a oreja. En esos momentos, no se le ocurría ninguna idea mejor que
pasar la noche con ella. La verdad es que no tenía intención de perder la
virginidad esa noche. Solo quería dormir abrazado a ella y besarla hasta que el
sol apareciera por el horizonte.
-Entonces…-María le besó otra vez en los
labios.-Voy a coger las llaves de la habitación.-y se marchó de su lado con
delicadeza, rozando su mano con la de él hasta soltarse.
El ambiente en la habitación de Ashley y Alan
era muy romántico. Las luces estaban apagadas y lo único que alumbraba el
cuarto eran varias velas encendidas.
Ashley estaba tumbada encima de Alan, vestida
únicamente con la ropa interior negra. Alan colocó su mano en el trasero de
esta y la besó con fuerza.
-Esto con Marine no podía hacerlo.-Alan
volvió a besarla.
-Seguro que ella tampoco hacia esto.-entonces
Ashley introdujo su mano en el calzoncillo de este. Alan dio un pequeño
respingo y suspiró negando con la cabeza. Ashley alzó la cabeza y vio que la
botella de vino que había encima de la mesita de noche estaba vacía.-Espérame
aquí. Voy a bajar a la bodega y coger otra botella de vino.-sacó su mano del
eslip de este y se levantó de la cama.- ¿Me puedo poner tu camisa? Es que no
tengo ganas de vestirme.-Alan asintió.
Ashley salió de la habitación vestida con la
camisa blanca de Alan, la cual le venía enorme. Llamó al ascensor y sintió que
alguien la observaba. Se giró pero no había nadie. Bajó a la bodega, pasando
por la escalera de caracol que había antes de llegar allí. Deslizó los dedos
sobre las botellas de cristal hasta que finalmente eligió una. Ashley volvió a
notar que alguien la miraba y giró la testa hasta el final del pasillo entre
las estanterías repletas de frascos. Había alguien allí, observándola.
-¿Qué haces tú aquí?-preguntó al reconocer a
la persona que la miraba. Entonces aquel ente saco una navaja plateada que
brillaba bajo la luz de las bombillas.-Dios mio…-Ashley soltó la botella,
haciéndose añicos y desparramando el líquido rojizo que había en su interior.
Se giró y se dirigió hacía la salida, corriendo tan rápido como se lo permitían
sus piernas. Sin embargo, aquella persona llegó antes que ella,
sorprendiéndola. Esta cayó al suelo.
-Por favor, no me hagas daño…-Ashley se
arrastró por el suelo sin quitar la mirada en los ojos del ente, que se
acercaba a ella cuchillo en mano. Entonces, ella se levantó y corrió hacia el
final de la sala. Se dio cuenta de que había una puerta cerca de ella. Fue
corriendo hacia ella e intentó abrirla, pero estaba atascada. Ashley volvió a
voltear la cabeza y aquel ser ya no le seguía. Volvió a salir corriendo,
escondiéndose entre las estanterías. Se tapó la boca para que su respiración no
delatara su posición y se quitó los tacones para no hacer ruido. Se quedó
parada en la última estantería y vio que la puerta que la llevaría a la salida
estaba a unos pasos de ella. Sin embargo, al otro lado del estante estaba la
persona que la seguía para matarla. Ashley se apoyó y empujó la estantería,
cayendo todas las botellas al suelo y tiñéndolo de rojo. Ashley corrió hacia la
puerta, gritando cuanto podía. Pero la puerta no se abría. Entonces notó que
alguien la agarró por detrás y la empujó contra el suelo, golpeándose la
cabeza. Intentó incorporarse, pero no podía. Aquel ente estaba encima de ella,
impidiéndole que moviera las piernas. Levantó el cuchillo en alto e intentó
asestarle una puñalada pero esta lo paró, gritando. Volvió a alzar la navaja y esta
vez consiguió clavársela en la palma de la mano, en un intento fallido de esta
por defenderse. Extrajo el puñal de la mano de ella y lo volvió a alzar. Y
aquella vez no falló. El filo se introdujo en la garganta de esta. La sangre
comenzó a brotar sin control. Ashley notó como sus pulmones se encharcaban de
sangre y le impedía respirar, la sangre rebosaba de sus labios. El dolor era
insoportable. Sus movimientos incontrolados se convirtieron en pequeñas
convulsiones hasta que finalmente su corazón dejó de latir. Aquella persona se
levantó y agarró el cadáver por las piernas y lo ocultó en un una pequeña
habitación de la misma bodega. Tras eso, cogió una fregona y ocultó la sangre
del suelo con el oscuro vino.
Marine volvió a mirarse en el espejo. Su
cabello estaba revuelto y el rímel se le había corrido. Se introdujo el cuello
de la petaca en la boca pero estaba vacía. Y ella estaba muy borracha. Se sentó
en la encimera y miró los tacones que estaban en el suelo. Su vista estaba
borrosa y ella apenas podía mantenerse en pie. Su móvil sonó, interrumpiendo el
silencio de los servicios. Era otro mensaje.
¿Quieres saber quien soy? Reúnete
conmigo al lado del Diamond Palace. Te espero allí.
Volvió a leer el mensaje y se puso los
zapatos tras un largo momento para poder mantenerse en pie. Sacó el taco que
impedía que la puerta se abriera y salió. Nathalie estaba fuera, esperándola.
-¿Estás bien, Mar?-preguntó ayudándola a que
no se cayera.
-Estupendamente…-su voz y su aliento delataba
que estaba ebria como una cuba.-Ahora no puedo hablar... tengo que irme…
-No puedes irte. Estás muy ciega.
-Lo se…-Marine se rio.-Tengo un pedo enorme…
Pero no puedo quedarme… el mensaje dice que vaya…-y Marine se soltó de los
brazos de Nathalie y salió al exterior.
Sara besó en los finos labios a Daniel al
terminar la canción. Esta se soltó de él.
-Voy a tomar algo.-dijo señalando la mesa
donde estaban antes sentados.-¿Quieres que te traiga alguna cosa?-pero Daniel
se negó. Sara se dirigió hacia la mesa y observó los platos a elegir: rebanadas
de pan tostado con queso gratinado por encima, trozos de melón envueltos en
jamón, cupcakes, etc. Sin embargo, no fueron las magdalenitas de colores lo que
le llamó la atención. Se percató de que Marine no estaba en la mesa. Alzó la
testa y la buscó entre la muchedumbre, pero no la encontraba. De pronto, tuvo
un mal presentimiento. ¿Y si le había pasado algo? Ya sabía de lo que era capaz
el misterioso ente que entró en su casa hacía unas noches. Fue como un sexto
sentido. En su mente apareció la imagen de Marine. Su cadáver flotaba en el
rio. Sara agitó la cabeza y eliminó la macabra alucinación de su mente. No
podía permitir que le pasara algo. Marchó a la cortina azul que separaba la
fiesta del recibidor y se topó con Nathalie, que mostraba una mueca de
preocupación en su rostro.
-¿Has visto a Marine?-esperaba que ella
supiera la respuesta.
-No…-Nathalie arqueó una ceja.-Estaba
hablando con ella hace un instante y me ha dicho que tenía que irse. Algo
sobre… no sé que de un mensaje. Estaba muy borracha.
-¡Qué!-ladró. Sara volteó la cabeza hacia el
interior del local. Tanto Sophie como Josh habían desaparecido. Un escalofrío
le recorrió todos los lugares de su columna. Entonces apartó a Nathalie y se
dirigió al exterior.
Mientras, Daniel se dio cuenta de Sara entraba
en recepción rápidamente. <<¿Ha pasado algo?>> pensó. Daniel se
giró y observó como Naomi desaparecía entre la multitud, agarrada de aquel
misterioso chico. Entonces, el acompañante de su hermana se giró le miró a los
ojos. Los gélidos ojos del compañero de Naomi se clavaron en los azules ojos de
Daniel y, tras un momento de incomodidad, sonrió. Fue una sonrisa diabólica,
que quedó grabada en la mente de Daniel. Sin pensarlo, corrió hacia la salida
en busca de su novia. Por suerte para él, ella estaba fuera.
-Sara, ¿qué haces aquí?-Daniel no quería
dejarla sola.
-Tengo un mal presentimiento.-Sara le agarró
de la mano.-Marine no está dentro y creo que le ha pasado algo.
-No te preocupes. Seguro que está bien. La
buscaremos dentro.-Daniel la agarró del hombro y la atrajo hasta él.-Seguro que
está en la parte trasera del Diamond
Palace.
-Espero que tengas razón…-sin embargo, Sara
no se quedó tranquila.
Marine estaba en el vergel que había en el
costado del edificio. Estaba sola. Todo el mundo que había en exterior había
entrado y la gente más pequeña que ella se había cansado de intentar colarse y
se había marchado a sus casas.
El silencio que había en el ambiente era
total hasta que Marine escuchó un sonido que proveía de sus espaldas. Se giró
torpemente, aun muy borracha y observó con dificultad la sombra que había a
unos metros enfrente de ella.
-He venido como me has dicho… Cumple tu
promesa y muéstrame quien eres.-Sin embargo, el misterioso ente no respondió.
Marine entre cerró los ojos y vislumbró como algo al lado de la sombra
brillaba. El filo de una navaja centelleaba bajo la luz de la luna.
Marine sé quedó paralizada, sin sabe que
hacer. Pero finalmente actuó. Dio la espalda a la sombra y corrió por el césped
tanto como se lo permitía la embriaguez. Corrió y corrió entre las tinieblas
para despistar a aquel que la perseguía, pero era en vano. Sin saber a donde
huir o a quien recurrir, se introdujo en al aparcamiento y se ocultó entre dos
coches. Alzó la cabeza y se dio cuenta de que aquel misterioso ser estaba lejos
de ella, en el piso superior del parquin. Miró al suelo, con la vista borrosa,
y se quitó los tacones para no hacer ruido. Entonces se percató de que aun
llevaba el bolso encima, y que dentro de él estaban las llaves del coche de
Sara y la tarjeta del garaje. Tenía que llegar al vehículo y escapar. A pesar
de que no se había sacado el carnet de conducir, ya había conducido varias
veces para practicar y no era tan difícil. Bueno, al menos, eso pensaba ella. Sin
embargo, no había tiempo de buscar otra salida. Esa era su salvación.
Volvió a alzar la testa por encima del capó
rojo del vehículo y vio que el ente que la perseguía estaba lejos de ella.
Tenía que hacer algo. Corrió agazapada hacia el Mini de Sara para que no la viera. Tras llegar al coche volvió a
agacharse y rebuscó las llaves en su bolso. Su corazón iba a mil por hora y las
manos le temblaban, lo cual le dificultó la búsqueda. Finalmente las encontró
y, tras una ojeada hacia el interior del parquin, pulsó el botón verde del
llavero para abrirlo. Por desgracia, el vehículo emitió un pitido cuando se
abrió, delatando que intentaba escaparse. Entonces, Marine se armó de valor y
entró dentro del automóvil. Giró la cabeza y observó que aquel misterioso ente
se acercaba a gran velocidad.
Marine intentó meter la llave por la
cerradura para arrancar el coche, pero su borrachera no se lo permitía. La llave
entro por fin en la aldaba y motor gruñó. Pisó el acelerador cambiando de
marcha y el coche se desplazó hacia atrás. No obstante, aceleró demasiado y se
estampó el coche que había detrás del suyo; el motor se paró. Marine intentó
arrancar de nuevo pero algo se lo detuvo. La persona que la seguía rompió la
luna lateral del coche y la agarró del brazo con fuerza. Forcejearon y forcejearon
hasta que el coche reinició. Marine pisó al acelerador y consiguió soltarse. Subió
una rampa para poder llegar al monitor que abría la puerta. El coche rozó
contra la pared, extirpando el retrovisor. Aun así, no le importaba. Tenía que
huir.
Paró al lado del monitor y, con impericia,
deslizó la franja metálica de la tarjeta sobre el lector; la puerta de acero
comenzó a abrirse. El coche subió la cuesta, restregándose contra la pared y
arañando las puertas del vehículo.
Marine vislumbró una luz al final del camino.
Sin embargo, la puerta volvió a bajar. Aquel ente había roto el lector con la
punta del puñal. El portón cayó sobre el Mini,
aboyándolo e impidiéndole el paso; el motor se apagó automáticamente. Marine
abrió la puerta pero se atrancó. El portón estaba aplastándola también.
Entonces, Marine recostó sobre el asiento del copiloto y arremetió contra la
puerta una fuerte patada, consiguiendo que se abriera. Se incorporó sobre si
misma y salió del vehículo hacía el exterior.
Corrió descalza por el vergel trasero del
palacio. Su respiración era corta y sintió que le faltaba el aire. Avanzaba en zigzag
con la vista nublada hasta que chocó contra la el enorme portón trasero del Diamond Palace.
-¡Socorro!-Marine golpeó con vigor la puerta
hasta hacerse daño.-¡Qué alguien me ayude!-se giró y se percató, a pesar de su
difuminada vista, de que aun la seguía. Continuó gritando hasta que la garganta
se resintió, pero nadie la escuchaba. La música del interior estaba muy fuerte.
Aturdida y cansada, cogió una piedra del suelo y la lanzó contra el cristal de
la puerta, tapándose la cara para que una esquirla no entrara en un ojo. Introdujo
la mano en la cavidad que había producido el golpe de la roca y abrió la
puerta; al sacar el brazo un cristal rebanó la parte anterior al codo y la sangre
comenzó a brotar. Pero no había tiempo de quejarse. Entró dentro y la oscuridad
era total. A tientas, subió las escaleras que pudo vislumbrar gracias a la
tenue luz que entraba.
Jadeando, entró en otra sala llena de mesas
cubiertas con manteles. Seguramente, esa habitación estaba preparada para algún
banquete de comunión o bautizo. Marine avanzó entre las tinieblas y chocó
contra una mesa, cayéndose al suelo. Miró al pasillo por donde acaba de entrar
y observó que la sombra de la persona que la seguía estaba plasmada en la
pared. Se levantó y continuó corriendo hasta que llegó a una escalera y, tras
vacilar un instante, las subió. Arribó a un pasillo alumbrado por la luz de la
luna que entraba por una ventana abierta. Cansada, avanzó despacio intentando tragar
saliva. Pero, de la nada, delante de ella, apareció el ser que la seguía.
Daniel y Sara encendieron la luz del pasadizo
que llevaba a la puerta exterior. Sara estaba muy preocupada por Marine ya que
aquella extraña sensación no había desaparecido. No obstante, no tenía ningún miedo.
-Sara, no está aquí.-dijo Daniel a sus
espaldas.
-Quizá esté en el piso de arriba.
-No.-Daniel no quería pasar más tiempo allí.-Seguramente
habrá vuelto a la fiesta. Que es lo que tenemos que hacer nosotros también.
-Dime una cosa Daniel.-Sara se acercó a él.-¿Te
ocurre algo?-prosiguió.-Desde que estamos aquí pareces muy asustado.-Sara sintió
que ocultaba algo?-¿Hay algo que tengas qué decirme?
-La verdad es que sí.-Daniel tragó saliva.-Creo
que quien está detrás de todo esto es…-pero algo le interrumpió. El grito de
una chica.
-¡Marine!-pronunció Sara. Aquel escalofrío
que había sentido antes volvió a presentarse. Esta miró a su novio y subieron
las escaleras hacia el lugar de donde provenía el estruendo.
Aquel individuo la empujó contra la pared,
sujetándola del pelo. Alzó la navaja y la llevó despacio hacia el ojo de
Marine. Esta lo paró con las manos y vio ante ella, a pocos milímetros, el rígido
y afilado filo. El sujeto arrastró con fuerza el cuchillo hacia el cuello
desnudo de Marine e hincó la punta en la garganta de esta; una pequeña gota de
sangre salió de la herida. Entonces, el ente miró a la ventana abierta y soltó
el puñal. La agarró del cuello con las dos manos y la levantó del suelo. Marine
no podía respirar. Y tras un instante de asfixia, su cuerpo se precipitó por la
ventana. Sin embargó, consiguió agarrarse de la repisa.
-¡Por favor, no me mates!-las lágrimas cayeron
por las mejillas de Marine. El individuo se agachó y agarró el cuchillo y
deslizó el tajo por los dedos de ella, cortándolos. La sangre brotó y delicadas
gotas de color rojo cayeron por la muñeca de esta.
-¡Eh, tú!-Daniel apareció por detrás. Este guardó
la navaja y huyó del lugar.-¡Sara, ayuda a Marine!-esta obedeció. Se dirigió la
ventana le cedió la mano a Marine.
-¡Dame la mano!-Marine la alargó y se agarró
de la extremidad de Sara.
-¡No me sueltes!
-¡No te preocupes! No pienso soltarte…-sin
embargo, la presión de la mano de Sara en los dedos de esta, provocó que la
sangre emergiera con rapidez y pequeñas gotas del oscuro fluido cayeran sobre
la cara de Marine. Y entonces ocurrió. Los dedos resbalaron de la mano de Sara y
el cuerpo de esta se precipitó contra el suelo. El estruendo producido se
escuchó más que la música. Sara se asomó y observó el cuerpo de su amiga en el
suelo. Un pequeño charco de sangre se formó alrededor de la cabeza de esta. La pierna
izquierda estaba torcida hacia arriba y ensangrentada, al igual que el brazo
derecho, que estaba girado hacia fuera y el hueso del codo asomaba entre la
carne sanguinolenta.
Sean salió del interior de la fiesta para
mirar que había ocurrido. Su cuerpo se quedó congelado al ver a Marine, que yacía
sin moverse en el suelo.
-¡Qué alguien llame a una ambulancia!-Sean se
agachó entre lágrimas y recogió entre sus brazos el cuerpo de su amiga. De pronto,
Nathalie acudió a su llamada.
-¡Dios mio!-se arrodilló en el suelo y agarró
el móvil para llamar a emergencias. De pronto, todo el mudo que estaba en el
interior salió para ver que había pasado.
-¡No le noto el pulso!-gritó Sean, asustado. Las
lágrimas cayeron de sus ojos. Al cabo de unos minutos, las luces de la
ambulancia llegaron al lugar. De ella, varios hombres bajaron rápidamente y la
tumbaron en una camilla.
-¡No respira!-ladró uno mientras le colocaba
una mascarilla con una bombona para que pudiera respirar.
Mientras, Sara se había quedado paralizada al
lado de la venta, arrodillada en el suelo. De pronto, el sonido de su móvil irrumpió
el silencio de la habitación. Sara agarró el bolso de Marine, que se le había caído
antes de que su cuerpo se precipitara por la ventana, y sacó su teléfono. Era otro
mensaje:
¿Tienes miedo ahora? Deberías zorra.
Por primera vez, desde hacía mucho tiempo,
sentía miedo. Mucho miedo. Sin duda, esto no era ningún juego.
CONTINUARÁ…
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