15
Los campos de maíz no
son buenos lugares para llevar a los amantes
Marine cerró la puerta de su habitación,
acalorada. Dejó la mochila violeta que llevaba amarrada al hombro de Nike sobre la cama y sacó la ropa que
había utilizado en el hidrospinning.
Faltaban apenas dos días para la fiesta y
tenía que lucir radiante, por lo que había prolongado las horas en el gimnasio.
Miró el reloj y se soltó el empapado cabello.
Había quedado con Liam en una hora y tenía que ducharse.
Pasó al baño y se desnudó frente al espejo;
abrió el grifo y sacó agua caliente.
Se introdujo en la bañera y dejó que el agua
recorriera su torso nudo.
Enchufó el secador en la clavija y se enjugó
el pelo.
Abrió el armario y asió una percha que
llevaba colgado un vestido rojo.
Tras un momento de indecisión, decidió
introducirse en él.
Marine deslizó la barra de rimel por las
pestañas y las movió rítmicamente.
Tras eso se colocó el cabello tras la oreja y
miró el pequeño despertador que había sobre su mesita de noche. Inmediatamente,
volvió a posar sus ojos sobre su reflejo en el espejo para volver a acicalarse
hasta que el sonido del timbre la interrumpió.
<<Será Liam>> pensó mientras
cogía su bolso de Gucci del lecho.
Bajó las escaleras deslizando la mano sobre
la pulida madera de la barandilla; se dirigió hacia la puerta y la abrió con
entusiasmo… pero no era quien esperaba.
-Hola Marine…-pronunció Alan.
-¿Qué quieres?-gruñó.
-¿Puedo pasar?-Alan comenzó a morderse las
uñas.
Marine se cruzó de brazos y frunció el ceño.
-Necesito hablar contigo…-le miró a los
ojos.-Por favor…
-Está bien.-dijo poco convencida.-Pero
rápido.
Alan entró en su casa, andando a tientas cómo
si se encontrara a oscuras. De pronto, paró en seco y se giró hacia ella.
-¡Marine, lo siento mucho!-Alan estuvo a
punto de ponerse de rodillas y besarle los pies.- ¡Yo te quiero! ¡Lo de Ashley
fue un error!
Marine se quedó calla, con la lengua trabada
sin saber que contestar.
-Por favor, perdóname. Te amo demasiado cómo
para perderte…-Alan se acercó a ella e intentó besarla pero esta lo detuvo.
-¡Pero que… coño crees que haces!-Marine le
empujó lejos de ella.
-Vamos, Marine… no seas así…-volvió a
aproximarse.-Sabes que te quiero…
-¡Qué me quieres! ¡Qué me quieres!-Marine se
puso rojo como un tomate.- ¡Me cago en la puta!-siempre que Marine se enfadaba
soltaba muchos tacos.- ¡Y así es cómo me lo demuestras! Pues espera, que te voy
a demostrar mi amor con todo mi cariño…-Marine se aclaró la garganta.- ¡Qué te
den bien fuerte por el culo, mamón de mierda!
-Pero Marine, si yo te quiero…
-¡Me da igual! ¡¿Es qué no te ha quedado
claro?!-Marine le señalo la puerta con el dedo, temblando de furia.-Vete de mi
casa…
-No Marine, se que tú también me quieres y…
-¡¡¡Qué!!!-Marine comenzó a desesperarse.
-Venga Marine, admítelo…-Alan intentó besarla
de nuevo.
-¡No! ¡Ahora tengo novio!
-¡Cómo!-Alan se alejó de ella.- ¡¿Me has
engañado?!
-¡Qué te he qué!-Marine perdió la paciencia.
-No me puedo creer que me hayas mentido…
-¡Anda! ¿¡Y a que me suena eso!?-soltó con
tono sarcástico.
-Pero que yo te haya hecho daño no significa
que tengas que traicionarme…
-No te he traicionado, y, ¿sabes por
qué?-Marine volvió a indicarle el camino hacia la puerta.- ¡Porque hemos
terminado! Por si no te habías enterado-susurró.- ¡Ahora lárgate!
Marine cerró la puerta y se apoyó en ella. Se
sentía furiosa pero a la vez muy relajada. Se había desahogado más de lo
suficiente y ahora se encontraba increíblemente bien.
Entonces, el sonido del claxon de un coche se
escuchó a través de la puerta.
Marine respiró profundamente y se dirigió
hacia el vehículo que había aparcado frente su casa pero algo la detuvo.
Su móvil emitía sonidos descontrolados.
Introdujo su mano en el bolso y lo sacó; era
una llamada de un número desconocido. Deslizó el pulgar y abrió el toque.
-¿Diga?-pronunció suavemente.
-Vigila tus actos, Marine.-un voz
distorsionada surgió de su teléfono.-Ahora eres sospechosa del asesinato de
Alessia… y más aún con el terrible secreto que escondes…-y la otra persona en
la otra línea colgó.
Marine miró para todos lados pero no había
nadie, únicamente un profundo silencio que rodeaba los alrededores.
El coche de Liam frenó enfrente de un cultivo
de maíz. Comenzaba a atardecer y el interior del vehículo se impregnó del aroma
del exterior.
-¿Por qué paramos?-quiso saber Marine.
Sin embargo, Liam no contestó.
-¿Te ocurre algo? Desde que hemos subido al
coche has estado muy callado.
Liam bajo la cabeza, avergonzado por lo que
le estaba haciendo, por mentirla. Entonces, alzó la testa, posó su mirada sobre
los castaños ojos de Marine y se abalanzó hacia sus labios.
Ella bebió de ese beso. Colocó sus manos
sobre el cabello de Liam y se acercó a él, juntando sus cuerpos. Liam depositó
su mano sobre la nuda pierna de Marine y la deslizó hacia arriba con suavidad. Ella
se apartó el pelo del rostro, dejando que Liam le besucara el cuello. Marine
gimió, disfrutando del momento. Tras eso, Marine se subió sobre el regazo de
él, apoyando la espalda sobre el volante, y le desabrocho la camisa, dejando
ver el torso desnudo de Liam. Este acarició el muslo de ella, subiéndole la
parte inferior del vestido hasta la cintura. Marine le mordió el labio y su
mano reptó por el tronco de este. Entonces, esta posó sus manos sobre el techo
del coche, estirando su cuerpo. Liam recorrió toda su figura y bajó la
cremallera del atavío mostrando la camiseta de encaje blanco la cual
trasparentaba el oscuro sujetador de Marine.
Liam abrió la puerta y salió del automóvil con
Marine en brazos; se introdujeron en el campo de maíz hasta llegar a un espacio
entre plantación y plantación.
Se arrodillaron en el suelo y se abrazaron
recorriendo todos los rincones de sus cuerpos cómo si no hubiera día.
Liam se tumbo en el suelo y abrió su pantalón
mientras Marine se posaba sobre su cintura semidesnuda. Volvieron a rozar con
fuerza los labios y el carmín de ella se quedó sellado en los labios de él.
Marine abrió el bolso que yacía en el suelo y
sacó en envoltorio azul que Nathalie le había regalado anteriormente.
Liam sujetó el preservativo con la boca
mientras que esta se sacaba la prenda interior, mostrando sus pechos cubiertos
por la tela del sostén.
Ella acarició el pecho de Liam y comenzó a
sudar. Tras eso, se acercaron, uniendo sus casi desnudos cuerpos, disfrutando
del sabor uno del otro.
Marine arrastró sus manos por los fuertes
brazos de él hasta que sus manos quedaron unidas con fuerza.
Entonces, se escucho el sonido de las hojas
del alto maizal.
Marine se detuvo y, apartándose el cabello
impregnado de sudor de la frente.
-No te preocupes…-Liam tragó saliva.-Habrá
sido el viento.
-Si, tienes razón.-y volvieron a besarse,
pero aquella vez mucho más fuerte.
Liam le agarró con delicadeza del pelo y le
elevó la cabeza para deslizar la sinhueso sobre el cuello de esta.
Pero de pronto, la maleza volvió a quejarse.
Marine le apartó con cuidado, un tanto
asustada.
-No pares…
-Espera.-sonrió.-Quiero mirar que es lo que
hace ese sonido.
Marine se alzó, tapándose sutilmente sus
senos.
Su mirada quedó a la altura del maíz y
observó que era lo que producía ese estruendo.
Se llevó la mano a la boca para no gritar al
verlo.
Enfrente de ella, había un ente encapuchado,
ocultando su rostro bajo una gorra.
La piel se le erizó y un escalofrió le
recorrió todas y cada una de sus vértebras.
-Liam…-Marine se agachó sin poder respirar y
cogió sus cosas.- ¡Corre!
Entonces, los dos salieron disparados,
atravesando la fronda.
Le hacían daño los pies, pero no le
importaba. Solo quería ponerse a salvo junto con Liam.
Corrieron durante minutos hasta que se
adentraron en el bosque y se ocultaron tras el tronco de un árbol.
Marine respiró aceleradamente y tragó
espumarajo por la boca.
-¿Qué cojones…-Liam cogió aire,
fatigado.-acaba de pasar?
Pero Marine no respondió.
Un inexpugnable y siniestro silencio se
apoderó del ambiente hasta que el móvil de Marine emitió leves sonidos.
Marine abrió el mensaje, temiéndose lo peor.
Te pillé.
El aviso venia enlazado con varias imágenes.
Esta las abrió y cerró los ojos con fuerza. Notó cómo si fuera a vomitar por
culpa del pánico.
Eran fotografías de ellos besándose y
tocándose en el coche y en el campo.
Pero, sin duda, lo que más la asustaba era
que las imágenes del interior del automóvil habían sido tomadas desde los
asientos traseros.
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