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No hagas cosas de las que luego
puedas arrepentirte
Marine acodó el brazo sobre la mesa mientras
untaba mantequilla baja en grasa sobre su tostada de pan integral. Seguidamente
le dio un mordisco.
-Esta tarde llegaré más tarde a casa.-Marine
se limpió la comisura del labio con una servilleta de tela.
-¿Y eso?-preguntó su madre. La señora
Chifflet era una mujer regordeta que casi siempre llevaba en su cabello rubio
una coleta (según ella le daba suerte). Cuando era joven se mudó desde la isla
francesa Córcega a Tucson para estudiar Bioquímica. Allí fue donde conoció al
señor Bradley con quien finalmente se casó y se fue a vivir a Los Ángeles.
El padre de Marine entró por la puerta en ese
momento con una radio en la mano.
-Es que me voy con Alan a un bar de las
afueras.-Marine miró a su madre que mostraba una mueca de intriga. –Si, mamá.
Es un bar apto para menores.
A su madre no le gustaba que su hija fuera a
lugares donde hubiera alcohol ya que cuando ella era joven tuvo una mala
experiencia con la bebida. Sin embargo, Marine bebía. Y mucho.
-Hija, ten cuidado con ese noviete tuyo.-Su padre dejó el receptor
en la encimera de mármol y cruzó los brazos.- Ya sabes en lo que piensan los
chicos de tu edad.
Marine se atragantó con la leche al escuchar
decir eso a su padre.
-¡Papá!-apartó la mirada.-No va a ocurrir
nada.
-Eso dicen todos y luego terminas con un bebé
entre los brazos.
La señora Chifflet se rió.
-No seas estúpido, papá.-Marine notó algo que
le acariciaba la pierna. Era su pastor alemán Candy que había posado una de sus
patas sobre ella. Marine deslizó la mano para acariciarle su suave
cabecita.-Será mejor que me vaya o creo que me voy a poner
enferma.-Inmediatamente se levantó de la mesa y dejó los platos en el
fregadero.
Marine se dirigió a su cuarto y cerró la
puerta delicadamente. Abrió su armario y comenzó a vestirse rápidamente.
Nathalie iba a ir a recogerla con su coche, y si no se daba prisa, llegaría en
cualquier momento y ella no estaría vestida.
Se puso una camisa color rosa y una ajustada
faldita azul claro. Luego se sentó y calzó unas bailarinas del mismo color que la camisa.
Tras eso, se metió en el baño y se pasó una
esponjita triangular untada de maquillaje de Lancome. Después se limpió los dientes y se pasó el cepillo por el
pelo hasta que el claxon de un coche sonó irrumpiendo el absoluto silencio que
había en el servicio.
Bajó las escaleras todo lo rápido que le
permitían sus piernas hasta que llegó a la puerta y se despidió de su familia
con un grito.
Salió de su casa y se metió en Hummer de su amiga.
-Hola.-Nathalie le dio un besito en la
mejilla y luego la estudió con la mirada.- ¿Qué te ha pasado en la cara?
-Es que no me ha dado tiempo a maquillarme
bien.-Marine abrió su mochila y sacó un pequeño estuche y extrajo su brillo de
labios y rimel y se acicaló mirándose en el retrovisor.
Llegaron al instituto y bajaron del coche.
Todas las miradas se fijaban en ellas y todos
los chicos se quedaban con la boca abierta al verlas pasar.
Marine alzó la cabeza entre la multitud de
personas que entraban en el centro. Allí estaba Alan, esperándola en su
taquilla como cada mañana.
Le dio un profundo beso en los labios en
señal de saludo y luego abrió su taquilla introduciendo la combinación. Dejó la
mochila en su interior y sacó el libro de Historia del arte.
Tras eso, le agarró la mano y anduvieron
lentamente por el pasillo, esquivando a los alumnos que llegaban tarde a sus
respectivas clases.
-Estoy deseando que llegue esta tarde.-Marine
se paró enfrente de su aula y se mordió el labio.
-Yo también tengo ganas. Seguro que te
encantará el sitio al que te voy a llevar.-Alan se apoyó en la pared
acercándose a Marine.
-Te veo luego.-Marine lo apartó delicadamente
sonriendo y guillándole un ojo.
Se metió en la sala con el libro de la
materia entre los brazos. Se giró y vio a Sean sentado en la última fila. Le
saludó moviendo rítmicamente los dedos y el se lo devolvió alzando la mano con
una sonrisa.
Se sentó al lado de la ventana y abrió el
tomo cuando el profesor Reeds entró por la puerta.
El timbre sonó interrumpiendo la clase de
francés avanzado.
Marine agarró su libro y su estuche y salió
escopetada de la clase.
Se le habían hecho eternas todas las clases
que había tenido: después de la clase de Historia del arte tenía Matemáticas,
Filosofía, Psicología, Literatura y por último francés.
Marine se dirigió hacia su taquilla y se
apoyó en ella, cansada. Guardo los libros que necesitaba en la mochila y se
encaminó hacia la entrada donde Alan estaría esperándole. Sin embargo, para su
sorpresa, Alan no estaba.
Marine comenzó a esperarle mientras veía como
sus compañeros se marchaban del centro.
Principió a buscarle por el edificio, agotada
de esperar.
Se encontró con Emm, que se había quedado un
rato más en la clase de latín. Se acercó a ella. Vestía con una camiseta sin
magas tronquelada de color naranja y unos shorts vaqueros.
-Hola Emm, ¿has visto a Alan?
-No, lo siento.-Emm la abrazó con el Samsung en la mano, preparada para
llamar a su novio Liam.-Bueno, Marine, siento no haberte sido de ayuda, pero me
tengo que ir. Hasta luego.-se marchó con la mirada fija en su móvil.
Marine comenzaba a impacientarse y decidió
salir a buscarlo al pabellón de deportes.
Avanzó entre las anchas paredes de azulejos
de la nave hasta que se detuvo al escuchar una voz que provenía del pasillo que
llevaba al estadio.
-Aquí no… podrían vernos.-dijo una voz que le
resultaba muy familiar.
-Lo se. Por eso lo hago…-Era una chica la que
hablaba aquella vez.
El adolescente se rió y después se escuchó el
sonido de un delicado beso.
Marine se asomó en la esquina y por fin lo
vio; se quedó boquiabierta.
Alan estaba allí, apoyado en la pared de
baldosas, con otra chica, Ashley Becker.
Él se giró al percatarse de que alguien le
observaba. Apartó a Ashley al darse cuenta de quien era.
-¡Marine!-intentó acercarse a ella pero esta
se apartó como si de un asqueroso insecto se tratara.
-¡No me toques!-las lágrimas le acudieron a
los ojos.- ¡¿Cómo has podido?!-e inmediatamente se acercó y arremetió contra él
una bofetada.
Él se coló la mano sobre la mejilla
enrojecida y salió detrás de ella cuando esta salió del edificio.
-¡Marine espera! ¡Puedo explicarlo!
-¡Explica esto!-Marine se giró le enseñó el
dedo corazón con rabia. Tras eso, se dirigió hacia la salida del instituto. En
esos momentos habría deseado tener coche para poder alejarse de allí, pero
puesto que no disponía salió corriendo hacia las afueras del pueblo.
Cansada, se sentó en la acera, enfrente de
otro instituto.
Por fin, las lágrimas cedieron y cayeron
sobre sus mejillas. << ¿Cuánto
tiempo llevaría engañándome?>> se preguntó.
-¿Estás bien?-cuestionó una voz tras ella.
Ella se giró y le observó. Era un chico alto
con el cabello de color rubio ceniza y unos increíbles ojos verdes.
-No, estoy bien…-mintió.
-Pues, normalmente, cuando alguien está bien
no llora.-se sentó al lado de ella y se acercó.
Marine le miró fijamente y descubrió que no
le molestaba su presencia.
Algo le vino a la mente. Necesitaba vengarse
de Alan y que mejor forma que…
Aquel chico comenzó a hablar y esta lo cayó,
plantándole un beso en los labios.
-Lo siento, esto no es típico de mí…
Pero para su sorpresa, él se acercó y volvió
a rozar los labios con los suyos.
-Woah…-suspiró.-Me llamo Marine, ¿y tú?-sonrió
-Liam, Liam Lauper.
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